Las tres bodas de Manolita Autora: Almudena Grandes
Después de Inés y la alegría y El lector de Julio Verne llega Las tres bodas de Manolita para desmentir el dicho de que si segundas partes nunca fueron buenas,no digamos nada de terceras...Y ocurre con esta serie de los Episodios de una guerra interminable que si una novela es buena la siguiente la supera o al menos la iguala.
A pesar de contar con un tema que podríamos considerar agotado o muy manido,al que se ha dado en denominar guerracivilismo, el buen hacer de Almudena Grandes consigue sacar adelante una obra donde las historias, tomadas de la realidad,adquieren una categoría literaria que recuerdan al que sin duda tuvo que haber sido su mentor en la distancia:Don Benito Pérez Galdós.
La manera de observar la realidad para luego representarla en los espacios y ambientes de la novela, el retrato psicológico de los personajes que hace que los sientas como seres individuales perfectamente conocidos por el lector, la pericia para ensamblar algunos personajes y escenas de novelas anteriores en la actual-la escena de Nino y el Portugués cuando se encuentran con Antonio y Sanchís ya había aparecido en El lector de Julio Verne- la manera de construir la novela con continuos saltos temporales que requiere un lector atento al que,no obstante, siempre logra sorprender, el conocimiento de la historia reciente de España que sirve para que no se nos olvidé lo que pasó y lo que debemos a aquella generación que fueron nuestros abuelos o nuestros padres...todo esto y mucho más que cada lector irá encontrando en la novela, hacen de estos Episodios de una guerra interminable no solo unos dignos continuadores de los Episodios Nacionales de Galdós, sino una obra literaria de gran calidad ,cosa que no es fácil de encontrar entre la cantidad de publicaciones que salen a la luz cada año
Una vez expuesto todo lo anterior, que podemos considerar crítica general, me gustaría contar lo que como experiencia personal supuso esta novela para mí y me haría mucha ilusión que llegara a conocimiento de su autora.
Yo soy asturiana y a los asturianos nos gusta mucho reunirnos los viernes después de la jornada semanal a tomar unos culinos de sidra en la barra alguna sidrería de nuestro barrio. Mucho antes de que saliera a la luz Las tres bodas de Manolita, una amiga, profesora de historia en un Instituto de Secundaria,me contaba la historia de su madre,una señora,enfermera de profesión, a la que yo conocía de toda la vida en una consulta de practicante (así se llamaba a los profesionales de enfermería en los 70) en un pueblo de la cuenca minera.
La historia me sorprendió porque yo siempre consideré que esa familia vivía bien,enfermera la madre,el padre trabajaba en un banco,en fin...
Mi amiga me contó cómo su madre al quedar huérfana de madre, su padre,labrador y pobre se volvió a casar, fue internada en un colegio de Barcelona con doce años o poco más,donde entró no como niña de la guerra pero sí como niña pobre y allí empezó su calvario porque la hacían trabajar como esclava de sol a sol.La tarea principal de esta niña consistía en fregar potas que eran tan grandes, que a veces se tenía que meter dentro de ellas para fregarlas y rascar los restos de comida pegada en su fondo,además también tenía que fregar suelos de rodillas frotando con cepillos y estropajos.Por supuesto había niñas ricas y otras más pequeñas a las que sí les enseñaban a leer y a escribir, las pequeñas eran aprovechables para el régimen,así lo percibió la madre de mi amiga y así lo trasmitió.
Al parecer, esta nena, quizá por instinto de supervivencia, no hacía ascos a nada y por eso la mandaron a limpiar primero y luego a ayudar en una especie de quirófano o enfermería que dependía de aquel colegio,de esta manera,contaba mi amiga, su condena se convirtió en su salvación, porque a pesar de todo logró salir de allí con una profesión cuando decidió abandonar el colegio aquel que pretendía adueñarse de su existencia convirtiéndola en monja.
Volvió a su pueblo de la cuenca minera, trabajó de enfermera durante años e incluso logró colocar a su marido, que no tenía profesión conocida, en la caja de ahorros.Esta mujer fue una superviviente de aquel sistema atroz, que logró salir adelante gracias a su coraje e inteligencia.
Quizá la política no tenga mucho que ver en la historia personal de esta señora, el tiempo y las circunstancias son muy parecidas a las de Isabel Perales, tanto que recientemente cuando me encontré con mi amiga le comenté: Sandra , estoy leyendo un libro que tienes que leer, aparece la historia que me contaste sobre tu madre; y a ella le faltó tiempo para responder:¡Las tres bodas de Manolita, mira -dijo señalando a su brazo- se me ponen los pelos como escarpias!
Conchi Rivera Lobo
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