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lunes, 25 de noviembre de 2013


El sexismo en la escuela

   El artículo"Cómo destruir a una persona" de Rosa Montero publicado el ELPAIS Semanal me ha reafirmado en mi opinión sobre la cuestión de la segregación por sexos en la escuela.
Rosa Montero cuenta la historia de la francesa Camille Claudel, una persona y una artista excepcional a la que nunca se tuvo en cuenta mientras vivió y a la que apenas se  recuerda sino por haber sido amante y modelo del escultor Rodin, al cual probablemente aportó las ideas para realizar sus mejores obras.Camille Claudel fue víctima de los prejuicios sexistas de la época y pagó un duro precio por ello: la destrucción y el olvido. 
   Hace unos días mantenía yo un debate twittero con una persona que , a propósito de la pregunta: ¿qué tiene que ver la calidad educativa con financiar centros escolares que segregan a niños y a niñas?, aducía  como virtud democrática de los ingleses la educación por sexos ya que estos nos daban mil y una vueltas en democracia.El Reino Unido, país que en el siglo XIX encabezó la lucha por el sufragio femenino no creo que en este sentido le deba  mucho a la férrea educación sexista que imperaba en los colegios ingleses de la época.
  Los defensores de la separación sostienen que niños y niñas tienen diferentes modos de aprender y también que el agrupamiento les hace inhibirse en el caso de las niñas y mostrarse excesivamente extrovertidos en el caso de los niños y, como consecuencia de todo ello, los resultados académicos de ambos se ven afectados.
   En mi opinión el  sexismo en la escuela fomenta la desigualdad y la discriminación de personas que luego en la vida familiar y profesional van a tener que convivir.Además,la calidad de la educación de un país no debe medirse solo en resultados académicos o acumulación de conocimientos sino también en habilidades sociales que nos permitan convivir con los demás desde el respeto y la igualdad para que no ocurran nunca casos tan penosos como el de Camille Claudel y tantas otras olvidadas por la historia.
CONCHI  RIVERA.Gijón


viernes, 15 de noviembre de 2013


Cien años de soledad       Autor: Gabriel García Márquez



Cuando se fundó Macondo "el mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían aún de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo."
 Entre periodos de calor sofocante y  de lluvias interminables, transcurre la existencia de la familia Buendía marcada por un destino implacable hacia la soledad y la desaparición.
 Macondo, la casa familiar y sus habitantes parece como si formaran un solo ente que sufre esa existencia sazonada, a veces, de momentos de alegría, esperanza y prosperidad, y de otros momentos marcados por el desamor, la inquina, el rencor, la amargura y la soledad.
 Pero la grandeza de esta obra reside en la manera en la que el autor enmarca este argumento común en muchas narraciones de todos los tiempos, y también en la peculiar caracterización de los personajes.
 García Márquez nos presenta un mundo marcado por las premoniciones y los presagios, donde los muertos conviven con los vivos. Por ejemplo, en un determinado momento de Aureliano Buendía se dice: " Tenía la misma languidez y la misma mirada clarividente que había de tener años más tarde frente al pelotón de fusilamiento"; a propósito de Mauricio Babilonia también se dice"Es un hombre muy raro-dijo Fernanda-.Se le ve en la cara que se va a morir", y Melquiades  " Había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no pudo soportar la soledad", y "Aureliano Segundo lo reconoció de inmediato, porque aquel recuerdo hereditario se había transmitido de generación en generación, y había llegado a él desde la memoria de su abuelo".
 En este mundo imaginario suceden cosas tan chocantes como que sus personajes se ven afectados durante años por la peste del insomnio, una peste que conduce al olvido y durante la cual sus habitantes olvidarán el nombre de las cosas y para qué sirven, hasta el punto de que para que no se les olvide anotarán en un cartel la verdad indiscutible "Dios existe"; o circunstancias tan curiosas como que los animales domésticos procrean sin control gracias al  influjo de la voluptuosa Petra Cotes y sus amores con Aureliano Segundo.
 En cuanto a los personajes, llama la atención la repetición de nombres a lo largo de los cien años: Jose Arcadios , Aurelianos, Arcadios, Aureliano Jose...Úrsulas, Amarantas, Remedios...todos ellos pertenecientes a la familia Buendía, que repiten además patrones de comportamiento y de carácter, con la expcepción de Úrsula que se confirma como el eje que da unidad a la historia. La centenaria Úrsula Buendía representa la lucidez, la realidad, el orden que tratará de mantener, sin éxito finalmente, sobre la locura, la magia, el caos y la muerte.